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Paula Batarce y Hojas Pardas

Es el trabajo en actual exposición, es la expresión de todo su trabajo anterior en un formato asentado por la madurez musical de la artista, sin mayores pretensiones que hacer, con nuevos aires, música viva, expresiva, cálida y simple.
Con Enzo Godoy en la dirección musical, Rodrigo Quiroz Encina, en el bajo, Alejo Jofré en la percusión y Andrés Ibáñez en la batería.
Músicos invitados: Eduardo Acuña en teclados y Diego Pan en Cello.

Ruego es el primer sencillo de este trabajo, como muestra de la profunda emotividad tanto en lo interpretativo como en lo temático del trabajo de Paula, es un sonido que se conecta con las emociones y encuentra su eco en el público oyente, logrando un cierto vínculo y una complicidad.

Me rindo a la verdad “azul verde melancólica“, me asumo en sombras con destellos de esperanza… Siempre

SOBRE PAULA

Paula Batarce, cantautora chilena, va y viene, su música es fusión que transita entre el folclor y diversos estilos del mundo. Sus textos buscan el género que más les acomoda para desplegarse libremente, dejando de manifiesto que el objetivo de cada creación es fluir y emocionar.

Hay la necesidad de tender un puente entre la realidad colectiva y los sueños individuales de quien las crea. Nacen en medio de un entorno adverso para la inspiración, sin embargo, pareciera que esta característica fuera el motor que las impulsa y las vuelve lo que son, pequeñas historias, visiones críticas y esperanzadoras e instantes personales que buscan su eco para crear un vínculo y una complicidad con el público oyente.

…me declaro sumida en la melancolía, lugar del que no quiero escapar… creo en lo profundo de estar triste… y no serlo

BIOGRAFÍA

 

El Café del Cerro Castillo de Viña del Mar fue el punto de partida y consolidación para la cantautora Paula Batarce, quien estableció allí su refugio personal con presentaciones que no solo se convirtieron en uno de sus discos más íntimos (Paula Batarce en el Café del Cerro Castillo, 2002), sino que también convirtieron a Paula en una artista porteña sin ser fundacionalmente porteña…

Dos décadas de estada en el eje Valparaíso-Viña-Concón dejaron atrás su origen talquino y su paso por la capital y la proyectaron desde ahí como una de las voces del puerto en la década del 2000.

Durante los ’80, llegó a participar en shows frente a las cámaras de “Sábados gigantes» como integrante de un clan juvenil. Ahí, interpretaba baladas románticas y fue en ese contexto que conoció al histórico compositor Ariel Arancibia. Juntos trabajaron en la canción “El niño del volantín» que llegó a la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar en 1985.